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—245— gunté al niio su nombre diciéndole: ,Cémo te lla- mas, nino? Mas éste, en vez de contestarla, la di- jo lleno de gracia y de alegria que le dijese cé- mo se llamaba ella y quién era: y habiéndole res- pondido que se llamaba Teresa de Jesus, el niiio contesté: pues yo me llamo Jesus de Teresa; y dicho esto desaparecié, dejando 4 la Santa estati- ca de gozo y rebosando en alegria de espiritu. ‘ PROpPOSITOS. !Ah! Tambien seria Jésus todo nuestro, si hi-— ciéramos lo que él nos prescribe. Cada dia y ca- da hora esta diciendo 4 cada uno: Hijo, dame tu corazon: y nosotros se lo negamos, y lo fijamos en las criaturas. Vedmos qué afecto terreno nos do- mina, 6 si hay en nosotros algun apego 4 alguna cosa que no sea Jesucristo, y arranquémoslo de raiz. Si el alma desea alguna cosa esterior, dice San Agustin, es senal de que no posee d Dios inte- riormente. (1) AFECTOS. — Voz de regocijo y de salud en las tiendas de los justos {Qué amas? {Qué deseas, alma mia? En (1) Solilg. cap. 30.

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