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—244— bien sumo, la gloria cumplida y el sumo placer. (1) Lejos, pues de mi alegrias de la carne, gozos en- ganhosos de la vanidad y diversiones del mundo. Yo solo quiero amar 4 mi Jesus y vivir en su Corazon, y enténces en gran manera me gozaré en el Senor, y se regocijaré mi alma en mi Dios: porque me puso vestiduras de salud: y con ‘un manto de justicia me rode6, como 4 esposo deco- rado con corona y como 4 esposa ataviada de sus joyeles. (2) EJEMPLO. Para gozar de la alegria del espiritu es nece- sario renunciar 4 los deseos corrompidos de la carne y darse todo al Sefior, asi como él se nos da todo 4 nosotros. Refiérese en la vida de la gran amante de Jesus Santa Teresa, que atravesando un dia por uno de los dormitorios de su conven- to, se encontré inopinadamente con un nifio her- mosisimo que andaba por ellos. Maravillada la Santa de ver aquella criatura, le pregunté a don- ile iba, y como no respondiese, creyé que seria hijo de alguna familia pariente de alguna de las religiosas del monasterio, y que estando quizas en visita, venia 4 buscarla. Para cerciorarse, pre- we Div. Bernard. Serm, 5. in Vig, Nat. (2) Isaf. cap. 61. v.
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