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—238— prendan esta verdad, manifestando la dicha que ha de caber 4 cuantos lo imiten, dandoles en este mundo cien veces duplicado cuanto hayan aban- donado por él, y despues la vida eterna. (1) Si, en Jesus se encuentra la verdadera dicha y la sélida alegria, y cuando uno tiene la incom- parable suerte de ser su doméstico y amigo por la f6 y la caridad, aun antes de entrar en el pa- raiso del cielo, donde se embriagaran los escogi- dos en la abundancia de sus riquezas, bebe el al- ma justa con gran copia las aguas cristalinas, que hacen dichosos 4 los hombres. Y no es preciso fatigarse, ni discurir mucho, para encontrar esta alegria, pues la tenemos en el Corazon de Jesus, que es todo nuestro, y viene 4 nosotros y vive en nosotros: porque, st alguno me ama, dice el mismo Jesus, guardaré mi palabra, y mi Padre lo amard, y vendremos & él y harémos morada en él. (2) jAh! Era éste el gran misterio del amor divino hacia el hombre, misterio escondido 4 los sibios carnales, y solo revelado por el Padre ce- lestial 4 los humildes, la posesion de Dios en esta vida por Ja fé y la caridad, y con ella una dicha indecible y una alegria tan soberana como inalte- rable. ; Fs (1) Math, cap, 19. v, 29, (2) Joann. cap, 14, v, 23,
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