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—233— creamos que nos eche en cara nuestras maldades: porque, si el impto hiciere penitencia, vivird, y no me acordaré mas de sus iniquidades, dice el Sehor 41) j;Ah! Felices clavos, dichosas espinas, glorio- sa lanza! Fuisteis inhumanos y crueles para con el amabilisimo Jesus: pero sois el trofeo de sus glo- rias, el monumento de sus piedades, el recuerdo de nuestra salud, y el consuelo de los pobres peca- dores, que lloran sus estravios. Abracémonos pues con fé 4 la Cruz de Jesucristo nuestro Salvador, ar- rojémonos 4 sus piés como la pecadora, sellémdéalos con ésculos de amor puro como la Magdalena y llamemos 4 su Corazon con confianza. Pero acor- démonos siempre de estas palabras del Espiritu Santo: Hijo, pecaste? Pues no vuelvas d pecar: mas ruega por las culpas antiguas, para que te sean perdonadas (2) EJEMPLO. Como Jesucristo se habia captado la voluntad del pueblo en gran parte por su rectitud y santa vida, y mucho mas por su suavidad y dulzura, quisieron sus enemigos poner 4 prueba ambas co- sas, su justicia y su misericordia, para ver si po- (1) Ezeq. cap. 18. v, 21. (2) Eceli. cap. 21, y. 1.
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