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—232— yor injuria que haria a la bondad infinita. Jesus tiene siempre presentes los dolores de su pasion y los tormentos de la cruz, que ha sufrido por sal- var las almas; y para que supieran los hombres que la puerta de la misericordia divina estaba abierta para todo el que se arrepintiese, dispuso que quedase sin cerrar aquella llaga por donde se descubre su Corazon. j{Qué consuelo es este para mi alma, que tantas veces ha tenido la desgracia de amar 4 las criaturas y ser ingrata a su Dios y Salvador! Sé que la ira justa del Criador debia caer sobre mi; pero no temeré, porque huiré del Juez al Redentor, escondiéndome en el aposento de su corazon: sé que el cataclismo de mis peca- dos no podia ménos de envolverme en irremedia- ble ruina: mas Jesus me ha deparado unaarea de salvacion, abriéndome su costado: la lanza del sol- dado lo abrio, y yo entraré, y descansaré seguro. (1) No hay mas que echar una mirada a Jesus cru- cificado para convencerse de que ¢l es el amparo de los pecadores arrepentidos: tiene la cabeza in- clinada para llamarnos, los brazos abiertos para recibirnos, y su Corazon traspasado para introdu- cirnos en ¢l. No hay que temer que vuelva su ros- tro de nosotros, si nos convirtiéremos d dl: (2) no (1) Diy, Aug. Mann. cap, 23, (2) 2 Paral; cap. 30. v. 9.

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