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—228— han incurrido por sus culpas. Y jcémo habia de suceder de otro modo? ,Qué estupor no debid causar en los hombres el ver que se llegaban a Jesus en tropel los enfermos y estropeados, y que bastaba que él los bendijese para quedar en- teramente sanos? Persuadidos, como estaban, de que las enfermedades podian ser castigo de sus crimenes, 6 de los de sus padres, (1) gqué con- suelo sentirian en sus almas al oir de Jesus aque- llas palabras, que no habian herido jamis el oido humano: “Hijo, ten confianza, que le se perdonan tus pecados: levdntate, toma tu lecho y vete a tu casa; (2) no peques mas, para que no te suceda al- guna cosa peor? (3) jAh! {Qué confianza inspira en los pecadores es- ta proteccion y amparo, que encuentran en el Corazon amoroso de Jesus! Mientras que de los maestros de laley no oyen sino sentencias aterra- doras, que lds precipitan en la desesperacion, de los labios de Jesus no salen mas palabras que de gracia éindulgencisa. Asi, corren 4 él, como el ciervo herido se precipita en el manantial cristali- no para curarse de las heridas recibidas: aqui es un principal rico de entre los publicanos, que con- fiesa eter sus fraudes y promete resar- (8) Jenn cap. 9. v. 2. (2) Math, cap. 9. vy. 2.6. (3) Joann. cap. 5,y. 14,

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