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; —218— era esta paz la que, descendiendo del cielo con el hijo del Eterno, ocuparia toda la tierra, des- de los montes mas altos hasta sus mas humildes valles, (1) notificandola el mismo 4 su pueblo, es- tendiéndola por todos sus confines, y desterrando de ellos al perturbador del mundo. Y en efecto, apenas se deja ver Jesus entre los hombres, se manifiesta en sus palabras y obras que es aquél, que tiene sobre ellos pensa- mientos de paz y no de afliccion, (2) y que viene & celebrar con ellos el prometido pacto de paz, (3) pues no salen de sus labios sino palabras de sua- vidad, ni quiere que sean de otro espiritu las que profieran sus apdstoles al publicar su evangelio, no permitiéndoles que entren ni permanezcan en parte alguna, sin que lleven consigo la paz. (4) Ah! Era este el riquisimo tesoro, que Jesus ha- bia sacado de su propio Corazon: y como de su posesion pende toda la felicidad humana, al_reti- rarse del mundo para volver 4 su Padre, no qui- so dejarnos otro. La paz os dejo, mi paz os doy, dice & sus discipulos; (5) y al decir estas palabras jqué cambio tan admirable iba 4 verificarse en el mundo! Habia levantado el hombre un muro que lo dividia de Dios, y Jesus lo iba @ derribar: ~ (1) Psalm. 84. v. 9. et 147. v. 14. (2) Jerem. cap. 29.v. 11. (3) Ezeq. cap. 34. v.25. (4) Math. cap. 10. v.13. (5) Joann. cap. 14. v. 27. * 2s oes Haale aac: Se OR Sienna DG beciaisvet DA. Peak ‘priate ee Dalen gd hvetk
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