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—210— jAh, Sefior! Ahora que tu Corazon ha dado la filtima sangre que te quedaba, brotando junto con ella un rio de agua cristalina, es cuando com- prendemos porqué te afanabas tanto porque se cumpliese en ti el bautismo de tu propia sangre, con que habias de ser baiiado, porque tenias en tu amante Corazon encerradas todas las gracias de los Sacramentos que habian de santificar al mundo y formar una iglesia pura, inmaculada, toda hermosa y perfecta. (1) {Con cudnta razon esclamaba el Profeta que en Dios esta la fuente de la vida! (2) ;Con eudnta los eortesanos del cie- lo dan al Cordero de Dios, que ha abierto el li- bro de los secretos divinos, loor y alabanza! (3) jAh! Si no reconocemos nosotros que sin los Sa- eramentos, que han salido del costado de Jesus, recibidos dignamente, nada podemos, y no nos acercamos a la fuente de aguas que nos lava de las culpas, que es el Sacramento de la penitencia, ni aplicamos nuestros labios 4 la sangre que enjen- dra en el alma las virtudes, no seremos partici- pantes del triunfo que Jesus consiguié del mun- do, del demonio, del pecado y de la muerte. PUNTO SEGUNDO. Aunque Jesucristo no sintidé la lanza cruel, ni padecié dolor alguno por la Ila- “(ay De latere aqua et sanguis emanant, Sacramenta in wter- nnm duratura, que universalem Ecclesiam fecundant. Divi. Ci- prian. Serm, de Passion Dom. (3) Psalm. 35. v. 10.
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