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XI. hombres querian darle: (1) alli aquella pobreza voluntaria, que el Criador del Cielo y de la tier- ra abraz6 con tanto rigor, que tenia menos que sus criaturas para pasar esta vida mortal. (2) Alli por fin, aquel deseo vehemente de buscar en to- do la gloria de su Padre, (3) y aquel ardor inex- tinguible, en que se abrasaba, de la salvacion de todos los hombres. Tambien convidamos @ los mismos hombres di- sipados ,y entregados a Jas cosas y negocios del mundo, 4 que echen una mirada 4 este Corazon amabilisimo, y consideren que precisamente & ellos es 4 quienes llama Jesus con voces suavisi- mas cuando dice: Venid & mi todos los que os ha- Udis cargados y trabajados, y yo os aliviare: Ulevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mi, que soy manso y humilde de corazm: y hallareis reposo para vuestras almas. (4) Porque ninguno mejor que ellos mismos sabe que no son felices en la vi- da licenciosa; que un momento de placer sensual les acarréa remordimientos desgarradores: que cuanto con mas empeio buscan ladicha en el hu- mo de las vanidades, mas yelozmente huye esta delante de ellos; y que cuanto mas se bajan ellos para servir al mundo, va este haciéndose mas dés- (1) Joan cap. 6.v. 15. (2) Math. cap. 8, y. 20. ~ (8) Joann cap, 8 y. 50, 4) Math. cap, 11, v. 28, 29,