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" De la Confesion : que sean muy feas, y aun suelen hacer desa precio de quien padece este trabajo, y dicen muy satisfechos : ¿Pues qué, no hay vergúen- za de pecar , y habia yo de tenerla para con- fesar ? Eso es un disparate. Pero verán que estos lis dicen y confiesan con tal frescura modo , como si contáran: un cuento 6 una istoria , sin mostrar el pesar y dolor: que deben; y con la misma facilidad vuelven al vómito , pues casi siempre llevan las mismas culpas , sin cuidar de reprimir sus pasiones, ni huir las ocasiones de pecar; y 4 este modo van asando muchos años. ¿Qué juicio se puede acer de semejantes Confesiones? A otras personas engaña el demonio con un falso velo de fiarse en la misericordia de Dios, y de que se confesarán , tomando ocasion de aquí para continuar sus torpezas y reincidens cias en sí, Ó con otros , que es como un tómar por falso escudo á la santa Confesion, y 4 la divina piedad , adulterando tan santa medici> ma para fines depravados. Y otros dicen: Va» ya que quien confiesa uno, Ú quatro, ó diez, tambien confesará veinte : todo se perdona é un tiempo : la misericordia de Dios es grande: no ha de llenar el cielo. de paja. Es verdad; pe- ro tampoco ha de llenar el infierno. Estos tales hau perdido ya el miedo á la Confesion; pe- ro advicrtan, que si es de fe que Dios es mi- sericordioso , tambien es de fe que es justicie- rO0, y castiga con eterno tormento al que abu- sa de su misericordia, Otros se ponen ú excn-

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