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e 2 is a e 4: De la Confesion entrar por la puerta de la Iglesia 4 aquella , no ya Señora , como ántes representaba en el tea= tro del mundo , sino infeliz y desdichada u- gn , en carnes , caballera sobre un dragon orrible , monstruoso é infernal , el qual. por todas las partes de su cuerpo arrojaba centes las de furor y fuego'inexplicable , reducién= dole y escogiéndole todo á.un fin y tormen= to, sia que nada se malograse , ni desperdi- ciase , pues todo lo recibia en sí aquella las- timosa figura , repartiendo á cada uno de sus miembros. la porcion que le pertenecia , segun el deleite que habia participado , y mas:4.los que habian sido instrumentos mas inmediatos dela sensualidad , que eran sus mayores cul- pas , miéntras vivió. Traia por cíngulo d faxa una vívora Ú6 culebron horrible que la ceñia por la cintura , por los incendios impuros que en ella habia depositado y conservado, y en» trándose por el corazon , le despedazaban en castigo de sus sucios pensamientos , y de ha» her conservado en él aquel pecado tan feo , y cometido tantos sacrilegios, comulgando en pecado mortal. Dos alanos feroces colgaban de sus orejas por zarcillos d arracadas , que Cas- tigaban sus delejtes en oir palabras lascivas y de lisonja , y deleitándose en oirlas. Sus pe» chos ántes apacibles ú la vista de los lascivos (como ahora los traen muchas descubiertos, con escándalo y daño de muchus almas ) eran dos raudales y copiosos caños por donde respiraba el fuego infernal de aquel dragon en castigo de

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