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34 De la Confesion yer ántes 4 confesar. Todos estos males tem= drian fácil remedio si confesasen enteramente todo lo que les remuerde la conciencia : vo- mítenlo á los pies del Confesor , que así expe- rimentarán una grande, paz y alegría de co- razon ; y desengáñense que quando la Confe- sion no causa en el alma esta quietud (que es el testimonio de la buena conciencia), mala señal es. No hay duda , que cuesta dificultad y afliccion el vomitar , y mas si está ya ace- “ do el estómago ; pero despues queda la natu- raleza con grande alivio y descanso. Así tam- bien quando alguno se confiesa de culpas muy feas , y de muchos años , le causa gran dificul- tad y empacho; pero despues queda con gran- de consuelo interior, y con tanta: alegría * y descanso , que parece se le ha quitado un peso muy grave que lo oprimia. Los que lo hubieren experimentado , confesarán ser muy verdade- ro lo que digo. Y si tú te hallas en el mise- rable estado referido , véncete , confiesa bien, y lo experimentarás. Oye ahora doctrina aun mas eficaz sobre este asunto. Aunque hasta aquí hemos descubierto bas- tantes astucias del demonio-para cazar las al- mas por la vergiienza : pero si Dios se lo per- mite , aun llega á apoderarse dle sus cuerpos, poniéndoles fuertes grillos é impedimentos en la memoria , y endureciéndoles los corazones, y causando otros males , como lo confirma €s- te caso , que es de los mas raros que se hallan escritos, Reférelo el Padré Náxera, Gupuchi-

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