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y Comunion. Trat. VÍ. 349 días , decia : Yo absuelvo á estos diez y nue= ve. Y para coronar la fiesta y cerrar la pintura se descubria en la tierra un boqueron ó sima profundísima que llegaba hasta el abismo , por donde asomaba un ferocísimo demonio , cer- cado de horrorosas llamas y humo muy es- peso, y con dos garfios de hierro encendido en las manos, tan largos, que abarcaba á to- da aquella quadrilla ; y haciendo ademan de atraerlos hácia sí, decia: Pues yo me llevo á estos veinte. Y diciendo y haciendo, los se- pultaba á todos en los profundos calabozos del infierno. Este es el paradero que ticne la infernal codicia y daños de los próximos. De donde pudo decir muy bien San Pablo: Radix omnium malorum es cupiditas. (1. Tim. 6.) Pero si esto ha sido solo cifra , pin- tura 6 apariencia, vaya ahora lo que fué rea- tidad; y sea un caso espantoso, para escar- «miento de los avarientos , ricos y logreros. Refierelo Cesario y el Despertador del al- ema, fol. 240. y otros Autores. EXEMPLO. Dite pues este Autor , que hubo en cierto lugar un hombre rico y principal, tan entre- gado á la codicia y deseo de levar hacienda, y adquirir honras, que no reparaba en medios ilícitos para lograr su intento, y dexar ricos ú su muger é hijos. No hacia caso de los inevi- tables remordimientos de conciensia , y de las

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