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318 ¿De la Confesion reprehension temia, si faltaba á esta obligacion de la escuela. Ofrecióse á allanar esta dificul: tad el mal amigo, y así los dos saliéron 4 sy caza; y el inocente y engañado mozo, en vég de traer del campo buena presa, se dexó allá robada y perdida su inocencia, manchándola entónces la primera vez con un feo y horrendo pecado , por instigacion de su mal compañero, Gran Dios, ¡quán justos, pero quán terribles son tus castigos! Pagóla muy presto el mal compañero, urdidor de aquel engaño; porque quiso Dios dar en él un grande exemplo de terror á los que substitutos del demonio, me- ten al inocente con artes diabólicas por los ca. minos de la melicia. Vueltos pues los dos ca- zadores por la tarde 4 la ciudad, se partió el uno del otro para sus casas, donde despues de la cena se recogiéron al reposo. La mañana si- guiente el mozo engañado quiso pasar por ca- sa de su amigo, para que yendo los dos juntos á la escuela , le excusase con el Maestro , se- gun lo prometió. Llegó á la puerta de la casa, e hizo instancia para que le llamasen á su ami- go. La madre, que se halló allí presente, res- pondid que aun no se habia levantado su hijo de la cama, pero que al punto irian á desper- tarle. Púsose pues la misma madre al pie de una escalera que subia. al quarto de su hijo , y des- de allí con voces bien altas, comenzó 4 Jla- marle: Bartolomé (que así se llamaba el des- dichado), Bartolomé, á la escuela. No se oyó respuesta; con que esforzando la voz la ma-

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