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y Comunion. Trat. IY. 257 Andrade y Parra (fol. 329.) de cierto Con= fesor que confesaba á un Caballero de no muy ajustada vida ; y en lugar de irle á la mano y reprehenderle, procuraba darle gusto en todo por sus intereses” particulares, las penitencias eran suaves, las palabras blandas; con que ya se ve, qué tales serian sus Confesiones. Mu= riéron Confesor y penitente en poco tiempo; y estando la muger de: este Caballero enco= mendándole á Dios en su oratorio, le apare= ció de improviso la figura espantosa de un hombre encendido en horrorosas lamas, el qual traia otra persona sobre sus hombros con la misma figura y tormento. Atemorizóse mu-= eho ; pero el que venia sobre los hombros del otro le dixo: No temas; sabe que yo soy tu marido , y este que me trae en hombros es mi Confesor, el qual así como en vida me sobre- Mevaba mis culpas , y las disimulaba sin repre- henderlas, ni darme la penitencia conveniente, así ahora en el infierno será participante de mi tormento, y me llevará en sus hombros por toda la eternidad; y diciendo esto , desapa- reciéron :ámbos. Este-cs el castigo que amenas za á quien no confiesa y absuelve como debe. Y aun en esta vida permite Dios que se me- noscabe su crédito con' los mismos penitentes que desean latitudes, pues conocen faltan á su obligacion ; y así les pierden el respeto y ve- neracion , y desprecian su doctrina. Confir- melo. cste caso que refiere el Cardenal Borro- meo, sobrino y sucesor de San Cárlos (Tom. 3. R | di h O E

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