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250 De la Confesion lo que deben? ¿Qué de tiempo se desperdicia en estos ridículos usos? ¿Y quántos y quántas son manirrotos para estas vanidades, pero para las obras de piedad y misericordia tienen sus corazones durísimos? Y aunque no sean los trages deshonestos y provocativos , basta la su- perfluidad para que sean perjudiciales. A muchas mugeres engaña el diablo por otro camino, y.es, que ordinariamente andan así en casa, como en las Iglesias, con un tra- ge modesto y honesto , pero suele estar guar» dando el profano , costoso y provocativo pa= ra la comedia, visita , paseo, boda, toros y otras funciones , y ahí es donde el diablo ha- ce su riza. Otras no se cautelan de eso, sino Es vienen quizá á confesar con la misma pro- nidad que si fueran á tales funciones. Y asf, ni está ya libre de esta provocacion el que va por la calle, ni el Confesor en el confesona- rio, ni el Sacerdote en la Comunion. ¡Oh,, á quántas mugeres fuera muy justo negarlas la Confesion y Comunion por esto , y se les pu- diera decir lo que dixo el V.P. M. Ayila á Doña Sancha Carrillo ántes de convertirse, quando llegó á- confesar muy profanamente vestida: O señora, cómo me huelen tristemen- te á infierno esas sus galas! Palabras fuéron tan penetrantes, que de ahí se originó su ad- mirable conversion (señor Barcia, Serm 41.). Mucho pueden remediar los Confesores zelo- 80s ; pero yo juzgo que pueden mas los maridos y padres de familia, pues cada uno es Rey

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