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236 - De la Confesion de torpezas; y al instante vió entrar por la Tgle- sia un mancebo, con otros muchos que le se- guían , dando vueltas y cabriolas, y en cada una iban renovando las llagas y tormentos de nuestro Señor Jesuchristo crucificado. Levan- tóse indignado para tomar venganza de tales atrevimientos; pero el mancebo le detuvo, y dixo: Yo soy Lucifer. Príncipe de las tinie- blas, maestro y guia de las danzas, bayles y juegos profanos, que vengo por mandado de Dios dmostrarte lo que deseas. Sabe que con los movimientos de los pies, y descubriendo el calzado curioso, ofenden los que hacen esos bay- les los pies de su Redentor. Con los brazos abiertos desprecian los de su Salvador abier- tos en la cruz. Con las vueltas y círculos que hacen, vituperan:su corona. Con las músicas hacen burla de las lágrimas y'dolores de su Magestad. Con los adornos y trages lascivos escupen y azotan dá Jesuchristo. Con la vana alegría le rompen el costado; y con los toca- mientos impuros le blasfeman. Por todo lo qual es despreciado en los bayles el Hijo de Dios; y yo en ellos uso. de todas mis armús contra los Christianos. (Spec. exemp. Chor. ex. 9.) Y al punto: que Lucifer: dixo esto, desapareció. Mira la riza que" hace el demonio con éstos bayles y juegos, y cómo es discípulo suyo quien los practica: Y la mayor lístima es que en las casas mas principales, y entre gente que llaman de obligaciones, suele tenér su” rancho mas asegurado , porque ho se atreve nadie á
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