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220 De la Confesion” que nunca las den. Demas ,-que no lo hacen, ni sienten por esa caridad , sino por el logro de su pasion. Y adviertan , que. no es peque= ño ardid del diablo , para que perseveren .esas temerarias diversiones con las culpas que se si- uen , el introducir esos pretextos piadosos en E ánimos de quien lo fomenta ; y as: les hace para estas vanidades manirotos ,: siendo crueles para hacer una corta limosna á un pobre. Otros juzgan que hacen un de o. lo al Santo, a al Santísimo 0. celebrar sus fiestas. con corridas de toros ; y aun suele lle- gar á tanto la ceguedad de muchos , que dicen que el año que no los hay, suceden desgra- cias, que es señal de que la Vírgen Santísima, 6 el Santo d Santísimo se dan por agraviados, y que gustan que los haya. ¿Será creible tal alucinamiento eu quien tiene luz de fe? Pues esto es verdad, que se oye muchas veces. Oigan ahora, no á mí,.sino 4 Santo Tomás de Villanueva en este punto ( Serm. 3. de Bap- tist.)» ¿Quién podrá tolerar , dice y exclama el Santo, la bestial y diabólica costumbre de correr toros? ¿Qué cosa mas bestial, como pro- vocar á un bruto feroz , de que resulta maltra- tar ó quitar la vida á alguno? ¡O cruel espec- táculo! ¿No es gran crueldad que un christia- no vea que una bestia de repente despedaza 4 su hermano espiritual, y que le quita la vida del cuerpo y del alma (pues los tales mueren en pecado), y que de ver esto reciban gusto? Con gran solicitud San Chrisóstomo, San Agus q ¡ ¡E ¿NN o a Ral

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