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216 De la Confesion * con música que le excite á levantar el corazon á Dios. En otros hay lecciones y pláticas es- pirituales , oracion mental y otros santos exer- cicios. Hay hospitales , donde puedes ir á exer- citar la caridad los dias festivos. Y en todos estos lugares hallarás muchos y muchas á quien imitar, porque lo practican , á los quales paga- rá Dios, aunque de presente , con mucho con- suelo interior ; ta premio de aquella privacion, que por su amor abrazan, como ellos lo con- fesarán. Y tambien hay otra variedad de di- versiones honestas , en que (con el parecer del prudente y virtuoso Confesor )- te puedes em= plear para dilatar el ánimo, sin los malos resa- bios que dexan las tales comedias. Finalmente, á4 todas las razones que se pueden alegar, se responde que si se ha de atender á la ley de la carne y mundo, y al apetito humano, todos ereo concederán que las comedias son una co- mo felicidad natural, y un embeleso de los sentidos. Pero si se atiende á la ley del espíri- tu , y segun los graves daños de conciencia y distraccion que con razon traen: nadie puede dudar que son muy perjudiciales al aprovecha- miento espiritual y á la salvacion. Y así la ca- ridad y zelo de que la logren mis próximos, me ha obligado á poner aquí este poco de doc- trina (valga lo que valiere) , pues así á lo mé- nos justificaremos en algo la causa de Dios. Para que mejor entiendas lo que mi deseo de tu bien te previene, y se abomina en las comedias, Oye al venerable santo Obispo Bar-

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