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154 "De la Confesion que leyesén con cuidado la doctrina de este Capítulo , en que se-trata con alguna clari- dad, ú fin de desengañarles y prevenirles de su riesgo , pur-el abuso que muchas cometen en el uso del santo matrimonio , de lo qual se hallan en algunas- grandes abominaciones: en otras personas hay muchas ignorancias : en otras remordimientos y dudas; y en otras (es- pecialmente en mugeres) vergienza y empa- cho para confesar , 6 comunicar lo que les re- muerde la conciencia acerca de este punto; y Otros juzgan que entre casados no se peca en el sexto mandamiento : á los quales se les puede decir lo que respondió el bienaventu= rado Fr. Gil, compañero de N. P,-S. Fran- gisco, á un casado que tal decia: Dime. hera hano , ¿no te puedes tú emborrachar con el bino de tu cuba? Sí; y es cierto que muchos casados cometen entre sí gravísimas culpas deshonestas; y si no las confiesan, ni se enmien- dan y teman su eterna condenacion. Antes de explicarme mas, oigan este espantoso caso que les hará temblar , y obligar á corregirse , y exáminarse-aun de lo pasado. En una ciudad de Tialia vivia una Señora principal , reputada de todos por muy vir- tuosa por los empleos sántos de limosnas, asis- tencia al templo, y Christiana educacion de su familia en que se exorcitaba.- Murió en fin, y una hija que dexó cuidaba mucho de envo- mendarla al Señor en' sus oraciónes. Un dia, estando cn su retiro orando , oyó un espanto.

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