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y Comunion. Trat: LL. 54 los pecados que contra su ley cometió ; y aho» za por no desagradarle, ni executar culpa gra- ye , está dispuesto el hombre 4 perder ántes todos los bienes del mundo , y su propia vida; y este se compadece muy bien , aunque no ha- ya aquel efecto sensible de algunos corazones ó genios blandos y mugeriles.... Para que esto mejor se entienda , me expli> caré con este simil. Tiene una muger UN per- rillo de falda, á quien acaricia y cuida con no+ ble cariño: sucede tal vez , que porque un hi- jo que tiene pisó ó hizo otro mal al perrillo, le castiga, y hace que acompañe con sus lágri- mas los ahullidos del animalejo. ¿Quién no di- rá que esta muger quiere mas al perrillo que á su hijo? Pero sucede de allí: poco, que el muchacho cae malo de cuidado; viene el Mé- dico y dice , que para que el hijo sane, €s nes cesario matar el perro, y aplicárselo 4 la boca del estómago. Oyó esto la madre, y al instan- te dice : ¿Qué, eso es necesario para que mi hijo sane y viva?. Pues mátenle luego al pun- to , que mas estimo yo la vida de mi hijo , que al perrillo. ¿Y este era todo el amor que ántes le mostraba , que parecia quererle mas que al hijo? Sí, que el del perro era amor sensitivo, y muy superficial, pero el del hijo era amor apreciativo , intenso y verdadero. Ves aquí como se explica y entiende que pue. de haber dolor verdadero de las culpas, y amor apreciativo de Dios, 4 quien sientes haber ofen- dido y deseas no ofender mas, aunque no sien- tas en tí lágrimas , ni dolor sensible: y en es-

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