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a - sétimo mandamiento, y no codiciards los bienes ajenos, en el décimo, da por establecido el derecho de propiedad que existe en quien posee una cosa, sea la que fuere; cual es el alfiler que una nifia lleva en los rizos de su cabellera ; cual es la_es- pada que lleva un general pendiendo de su tahali; cual es, por fin, un cantaro de agua, que una jéven ha cogido del rio, y ella lleva 4 su casa, pues ha trabajado dando. dos viajes, y yendo cargada con la vasija, todo lo cual la da derecho.a lIla- mar suya aquella agua , que antes era de todos. ; Como podia, pues, dejar de confirmar Jesucristo lo que ¢! habia publicado? i Cémo podia, con las doctrinas sobre la mayor perfeccion evan- gélica de altisima pobreza, favorecer las ideas del comunismo moderno, que es contrario al derecho natural y divino? Léjos de eso, Jesucristo lo reprobé absolutamente , y en las mismas pala- bras con que llamé a la perfeccion, confirméd cien veces eb de- recho de propiedad. Dirémos algo sobre el comunismo antes de ver su condenacion por Cristo. - Antiguas son en el mundo las ideas sobre al comunismo; pato todas ellas no son sino utopias. Platon, tenido por el. mas sabio y el mas juicioso de los fildsofos antiguos, hablo del co- munismo como se habla de wna paradoja en una disertacion séria: esta paradoja consistia en buscar una unidad en lo que natural y necesariamente tenia que ser multiplo. Mugeres comu- nes a todos, hijos comunes, bienes comunes, hasta llegar el caso de qué desaparezca entre los hombres la palabra propie- dad, es la gran paradoja que este filésofo coloca junto a la de tener ojos comunes, oidos y manos comunes, para ver, oi y obrar en comun. Estos principios de comunismo parece que sentaba aquel fildsofo ‘: sin embargo, hay que decir por lo que se desprende del razonamiento de Platon, que no es el comu- hnismo social lo que él establece , ni respecto a mugeres ni res- ' Lib. V. de Legib:
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