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eileaan los auxilios actuales, para ayudar a la naturaleza 4 que man- tenga en todas sus acciones la reclitud, y las haga con un fin sobrenatural, cual es el dela-asecucion dela bienayenturanza. El argumento , pues, es ineluctable; no puede darse el modo, sin que sesuponga existente la sustancia , pues lo primero es el ser, y despues, el modo de ser; no puede haber en el hombre accion ‘meriloria y santa producida por la gracia, si no existe antes la naturaleza espiritual, adornada de la ciencia racional del espi- ritu, ¥ por consiguiente, la pment natural de la misma alma 4 lo recto y justo. Todo esto es asi, y se ve cumplido ecaniribiomentn: en la sociedad santa de la Iglesia. Es ana sociedad de hombres lla- mados por Dios 4 su amistad y 4 la-herencia de la salud eterna; nd és posible qué la gracia de la vocacion produzca sus efectos, si no se infunde en el alma racional, dotada por Dios deinte- ligencia y de libre albedrio, y por consiguiente, de esa tenden- cia natural, dé que no podemos prescindir, de buscar en todas las cosas lo recto, Io justo, lo bello. Y, ciertamente, despues de Dios, 4 quien el alma vuela naturalmente como a la belleza infinita , que dnicamente la satisface, lo que el almaama con mas ardor es la verdad, como dice San Agustin.'. Preguntamos, pues, ahora, ;puede suponerse, ni aun por pura abstraccion ‘mental, que la Iglesia catélica, que profesa esa doctrina admi- rable, ensefiada por el Hijo de Dios, de la perfeccion sublime, de la elevacion del alma a Dios por la fe, dé su union con 6! por medio de la caridad, y del espiritu de sacrificio ,hasta el caso:de dar el hombre la vida por sus hermanos; puede suponerse’; re- pelimos, que, prescribiendo reglas de una vida sobrenatural, dispensase 4 sus hijos del cumplimiento de aquellos-preceptos que pertenecen a la sindéresis, 4 la ley natural, y que, aun prescindiendo de la revelacion , son conovidos de todo hombre por las luces de su propia razon? ' Tract, 26 in Joan,