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hin vieron sentado en trono de gloria junto al antiguo de dias ‘, despues de haber tomnado Ja naturaleza humana y padecido y muerto en ella, habia resucitado glorioso y habia subido al cielo y estaba sentado en el mismo trono, no solo en su natu- raleza divina, sino tambien en cuerpo y alma gloriosa. ¥ he aqui como todas las miradas.de los hombres de todas las. épocas, de las .pasadas , de Jas’ presentes y de las venideras, y todos los -deseos y todas; las aspiraciones se fijaban, por medio! de la fe y la esperanza, en un solo objeto, en el Hijo de Dios, 4 quien unos esperaron, a quien otros vieron con sus pro- pios ojos, y a quien todos los demas contemplamos con los ojos del’ alma ; sentado.4 la diestra del Padre en las.alluras. Y esto, es lo.que con tanta eficacia recomienda San Pablo, diciéndonos. que miremos-siempre.al autor y consumador de nuestra fe *, y que conservemos aquella esperanza, que es como el ancora del alma firme y segura, y que ‘nes Hleva hasta lo. mas fntimo del santuario celestial, donde entré Jesucristo nuestro precursor *. > Bsta unidad-de fe, esperanza y earidad , dirigida al mismo objeto y al mismo fin, y concentrada en ese mismo objeto que: es Dios, constiluye la sociedad mas perfecta que puede imagi-. narse, como que es Dios mismo quien la establece, dignandose tener amistad con los hombres, y mandandoles que los mismos, hombres se unan entre si-con el vinculo de la caridad, y que con ése mismo lazo estén todos unidos a él. Todo esto consti- tuye la vida intima de las almas, esa vida que se tiene en Dios desde que el alma queda justificada, y que permanece en la misma con fuerza y vigor miéntras esta gracia se conserva. En realidad, solo Dios conoce tas'almas que viven asi ,-y solo ét las puede contar: el: poder del-entendimieato humano no aleanza a tanto , hi puede llegar a cso con sus propias fuerzas. Pero entre tanto, si no podemos decir con certeza omnimoda que éste 6 el ' Dan, cap. Vilev.A8, 3) Heb: cap. XI, 2. % Id. cap. Viev. 20.