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= 405 a chos santos desearon ver y no lo consiguieron , ‘estattaibe'stodo. Sin embargo , las generaciones que habian de venir’ despues, habian de saber por medio de la fe’, que aquel qué habia sido™ el deseado de las gentes, habia subido al lugar de donde habia» bajado, 4 sentarse 4 la diestra de su Padre. Consistia, pues, la” gran luz recibida, en que las gentes sabian que se habian cum- plido las promesas: en que se habia roto aquel velo que cubria los ojos del pueblo antiguo, 4 cuyos padres fueron hechas las. mismas promesas , y puesto que ellos veian entre sombras loque habia de venir, y no distinguian las facciones de aquel ‘rostro, divino ,-ni entendian la naturaleza de los hechos del enviado: pues, si bien algunos mas privilegiados habian sido iluminados con una irradiacion especial, pero todos los demas. llevaban el velo. Los:hijos de la luz tendrian otros conocimientos, sabiendo en conjunto y en detalle todo lo que era el enviado, todolo que habia hecho y todo lo que habia dicho y mandado , respecto de cuyo conocimiento pudo decir el Apdstol que nosotros a cara descubierta veiamos la gloria de Dios en uf espejo ‘: pues este espejo es e] mismo Cristo, que es el resplandor del Padre, y la figura de su sustancia, el resplandor de la luz eterna, el espejo sin mancha, y el que, visto ——— bien, nos hace ver y conocer 2su Padre*, » Sin embargo, para que esta gran e iluminase con toda verdad al hombre, era preciso que creyese. Aun cuando el Hi-) jo de Dios estaba entre los hombres , y cuando estos le veian hacer tantos portentos, era necesario que creyesen que era el Hijo de Dios, para que éste los santificara y ellos viviesen en Ja vida espiritual : asi es que los Escribas y Fariseos veian sus prodigios y oian sus palabras, no creyendo que aquellos fuesen obra de Dios , ni que fuese Hijo suyo, quien los hacia. Era ne- cesario creer, y creer que el Hijo de Dios, 4 quien los Profetas § 4." Cor. cap. Ifl. v. 18. ? Joan. cap. XIV. v. 9.
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