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- on Se forma humana y padecer y morir para regenerarlo; decir, re- petimos , que ese hombre no ha de hacer nada. para corm, responder cen todas sus fuerzas a beneficios tan inefables, seria despojar al mismo hombre de su racionalidad y espiritua- lidad, y hasta de esa sensibilidad que el instinto produce n. los séres irracionales; pues cada dia vemos quela demuestran algunos de ellos, en las caricias que prodigan 4 quien les da el pan, 6 les hace un carifio: y por fin, suponer que Dios no co- rona una gracia correspondida con otra, y que no recompensa el amor de las almas , elevandolas por grados 4 mayor intimidad con él , 4 medida que éstas se abrasan cada vez mas en deseos de agradarle, seria no conceder al ser perfectisimo por esencia, las cualidades propias de un monarca terreno; pues éstos van recompensando gradualmente los servicios de sus subditos fie- les, llenandolos de favores y admitiéndolos a mayor intimidad, segun ellos le demuestran por Jos hechos el amor que le profe- san, y el valor y bizarria con que los defienden. Estas tres nociones son inspiradas por la,misma razon na- tural, confirmandolas en todas sus partes las luces de la reve- lacion. Omitimos hablar de la primera, pues basta saber que Dios es el padre de todos los hombres , para comprender el de- recho que tiene a nuestro amor y sumision, y 4 nuestra gratitud, En cuanto 4 la cooperacion del hombre a la salyacion de su alma, y @ su correspondencia 4 los fayores divinos, si deci- mos que todo el contenido de las sagradas paginas de-uno.y otro Testamento , esta reducido 4 mandarnos que creamos en Dios y . en su Hijo hecho hombre, v hagamos obras buenas, animadas de la gracia divina, no nos equivocamos: pues dice San Pablo, que el fin de la ley es Cristo para la justificacion de todo el que cree ‘. Y el mismo Cristo nos dice, que en el cumplimiento de los dos preceptos, que son amar a Dios de todo corazon, con * Rom. cap. X. v. 4.