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_ 316= hombre solo , dicen los fariseos, y no aléanzan’a tanto las fuer- zas de tn individuo; pero fo'saben. qire ese hombre es el Vi- cario de Cristo, su virey, su Iugarteniente, el que ata y des- ata en nombre de Dios, confirmando éste sus decisiones en el cielé? Pues, cuando Dios nombra & un hombre su vicatio y ‘le manda que haga sus veces, le da cuanto oe pare ccumplit su mision en la tierra: 99 Eso es, dicen, tan stipe como incorpténsibe: pero nosotros les decimos y les dirémos siempre que, en primer Tu- gar, para Dios no hay nada imposible; y en segundo, qué sj ellos, fariseos altivos que pretenden dite ibe gobtortia’ el miin- do, no como él Io quiere en su sabiduria y justicia , sino como a ellos s¢ les figiita en su entender pobre y apasionado ‘por la mentita, no lo entienden, lo entendemos bien nosotros : lo en- tiende bien la Iglesia: lo entienden muy bien sus hijos: lo en- tienden los parvulos , es decir, los humildes ; porque Dios ts- ‘conde las grandezas de su poder 4 los’ altivos y orgullosos del mundo, y las revela 4 los. pequefiuelos *. "Véase emo lo entien- de la Iglesia y lo esta entendiendo, hace diez y nueve ‘centurias: véase como lo han enténdido todos los obispos, cuando ‘han pro- clamado 4 la faz del cielo y de la tierra, que ellos son discipu- los sumisos del Vicario de Cristo, y’ que depetiden de él en su mision, en el éjercicio de su potestad, en su jurisdiccion , yen la fe y doctrina que ensefan a las ovejuelas y A los ~corideros que les son entregados para apacentarlos. Asi entendemos facilmente el porqué ’ de esa ‘inmovili- dad de la gerarquia de la Iglesia catélica, _ bor ‘mas que anden agilandose al rededor de ella’ todas Tas potestades ad- versas , el porqué de ser la misma ahora’ que ‘antes. Bsa ley dete? allisima dignidad de su cabeza visible que repre- senta a Cristo en Ja tierra, y esa otra de la humildad y * Mat. cap. XI. v. 25,
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