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iam entre s{. Pero despues de la doctrina, que no cambia jamas, vienen los hechos de los hombres , sree pedebles por naturaleza. La politica que observe con mas Mncbanuiamiad aquellos principios , aparecerd siempre que es la verdadera: los he- chos ptiblicos de los gobiernos y de los pueblos que estén mds en armonfa con los principios que ensefia la luz natu- ral y confirma la religion verdadera, dirdn siempre que son el resultado de una politica basada en la doctrina reveladay en la verdad impresa por Dios en el corazon del hombre. El resultado final de nuestros razonamientos despues de sentar la ‘doctrina y de confirmarla con los monumentos histéricos, y sobre todo, con los hechos ptiblicos de que son testigds las generaciones de nuestra época , sera el saber cual es la politica que proporciona mas paz y mas felicidad 4 los pueblos, si la catélica 6 la protestante, si Ja de la ver- dad 6 la de la mentira. * Antes de cerrar este prélogo , queremos declarar que no damos la menor importancia al impreso de los pastores re- unidos en lo que ellos Ilaman s¢nodo de protestantes espa- voles. Unos hombres que entre otros mil desatinos, dicen que «los Estados-Unidos no han llevado tanto tiempo como nosotros ese cancer, que corroe nuestras entrafias y se lla- ma la Iglesia de Roma: » unos hombres que no saben que lo que hoy se llama Estados-Unidos fué, hasta el aiio de mil setecientos setenta y cinco, un pueblo raquitico y misera- ble, porque no habia en é! sino puritanos y otros protestan- tes, que no permitian que se domiciliase entre ellos un solo catélico: unos hombres que ignoran que, precisamente desde que el catolicismo entré 4 gozar en los Estados-Uni- dos de los fueros de instalacion , han crecido estos en po- blacion , por haber ido 4 ellos algunos millones de catdlicos: unos hombres que no saben, que los hombres mas laborio- sos de. aquel pafs son los catédlicos , y que ignoran que estos han embellecido sus ciudades més populosas con edificios religiosos de primer érden , como sucede en Filadelfia y en