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VO vino levantasen el pendon de la libertad, existia como en in- cubacion un fuego, que de vez en cuando daba sus Ilamaradas, ora soplado por Wielef en Inglaterra, ora por Juan Hus, Jeré- nimo de Praga y otros fanaticos en’el centro de Europa, no puede decirse racionalmente , que no hubiese en la sociedad de los tiempos anteriores 4 los de los reformadores modernos, la libertad justa y racional que Dios ha dado a todo individuo de la socieda(| humana. Existia, si, en aquella sociedad en ge- neral, aquella santa servidumbre intelectual de que habla el Apéstol *, cuando dice, que fodo entendimiento ha de reducir- se d cautiverio, para que obedezca & Cristo. Existia, repetimos, esta santa servidumbre, que consiste. en que todo entendimiento, por alto, sutil y prestante que sea, ceda al Evangelio de Gristo y crea su palabra, por sublimes é incomprensibles que sean los misterios, que propone a nuestra razon y las verdades que nos manifiesta, Habia mas: habia una fe ciega é inviolable en el magisterio de la Iglesia, y era esta fe un obsequio racional, pues el mismo Evangelio nos ensefia que esta Iglesia no erraria jamas, porque Jesucristo estara con’ ella hasta la consumacion de los siglos*. Todavia habia mas, y era, queaquellas generaciones creian firmemente que existia en la Iglesia un magisterio infalible de la verdad, residente tan solo en los sucesores de los Apdstoles, 4 quienes tnicamente dié Jesucristo potestad para ensefiar lo que habian oido de sus. labios , asegurandoles que su magisterio duraria hasta la con- sumacion de los siglos. Por fin habia mas : y era, que enténces creian todos los pueblos que el magisterio supremo estaba en el Romano Pontifice , como cabeza visible de la Iglesia, y como su- cesor de San Pedro, principe de los Apdstoles y pastor uni- versal. Y tambien esta fe y esta obediencia al Vicario de Cristo era muy racional: pues todas esas prerogativas constan en las * 2. Coredp. X. v. 5. * Mat.cap. XXVIIL v. 20,
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