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=i estos el santo arzobispo de Magdeburg, Norberto,y el celebér- rimo abad de Claraval, en las cuales , los hereges fueron confu- tados y confundidos. ,No tuvieron esos hombres erréneos la facultad de pensar, de discurrir libremente? Si no Ja hubieran tenido, no sabemos cémo habrian podico inventar dogmas fal- sos, nicémo habrian entrado en discusiones publicas. No exis- tia, pues, violencia, no habia coaccion, no faltaba en aquel - tiempo eso que hoy se llama libertad de conciencia: el hombre era entdnces tan libre como es hoy. Lo que hubo entonces, fué una sapientisima economia por parte dela Iglesia, para impedir la propagacion del error, 4 la cual cooperaron las potestades- seculares en muchas partes; lo mismo que en otras formas, y por cierto, bien violentas , han puesto en priactica los gobiernos civiles de los tiempos actuales, tomo lo verémos cuando ha- blemos de los martirios de los tiempos modernos *. Objétasenos , ademas, el saber si los hombres tenian 6 no en aquella época los derechos civiles, y el llamado hoy dia, derecho al trabajo, y sucede con esta frase lo que hemos di- cho, al hablar de la imposicion de la fe religiosa. Se esta en es- tos tiempos alucinando 4 los hombres con palabras altisonantes y sonoras, y con frases que adulteran el sentido natural de las mismas palabras y de su significado. El] deber impuesto por Dios al hombre de trabajar y sudar para comer su pan®, se ha convertido , por las invenciones de wna ciencia vana, en dere- cho, como si e! trabajar, que es un castigo impuesto 4 conse- cuencia del pecado original, fuese un timbre de una nobleza que no existe. Es verdad que, como dijo el sabio Elifaz 4 su amigo Job *, el hombre nace para trabajar y el ave para volar; lo es tambien, que aun antes de la prevaricacion de nuestro primer padre, recibié éste de Dios la orden de trabajar *; pero _ * Tomo Il. seccion décima. Razonamiento XXV. y siguiente. 2 Gén. cap. Il. v. 19. * Job. cap. V. v. 7.) * Gén. cap. IT. v.48