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ie men bre sea libre, no imponiéndosele, ni la fe religiosa, ni el yugo de la seryidumbre, ni el de la autoridad. Definicion falsa es esta, por cuanto se toma la palabra im- poner, en un sentido odioso, que no tiene ni puede tener ; por- que respecto de la fe y de sus dogmas, y de los preceptos mo- rales, Dios no los impone a nadie, con violen¢ia y coaccion que prive ali hombre de su libertad: sino como un legislador, que publica su leya sus sibditos, y les da las reglas con que han de vivir, sancionando premio para quien las,observe,, y castigo pava quien falle a elas. Donde hay premio y castigo, necesa- riamente hay mérito 6 demérilo, y por consiguiente, sypone que hay libertad en los sibditos, y que subsiste en ellos esta libertad de accion con todes sus fueros, y con todas sus con- secuencias; porque tan pronto como se presenta la violencia extrinseca 6 intrinseca, fisica 6 moral, el que Ja sufra, ya no puede Hamarse, agente libre, ya no hay para qué proponerle premio 6 castigo, pues haria lo bueno 6 lo malo por necesidad, no por propia eleccion, jHubo acaso en la Edad Media atl impesicion violenta, coactiva y destructora de la libertad del hombre? {La hubo al- guna vez, ni la pudo haber por parte de Dios? Pues tampoco la hubo, ni la hay, ni la habra por parte de la Iglesia catdlica. Prueba bien evidente de esta yerdad son los mismos herejes de los tiempos pasados y presentes ; los hubo en abundancia en los tiempos de la Edad, Media, si por tanto, exceptuamos el si- glo décimo, en el cual no, hubo ninguno; pero. los tuvo,el pre- cedente , en que vivieron Escoto Erigena, Gotescalco y olros ; los tuvo el que le siguid, en el cual aparecié Tanqueling,, publi- cando mil errores en la fe, y otros, fanaticos que le seguian , de- jandose ver al poco tiempo el célebre racionalista Pedpo Abe- lardo. ye pitblicas los sabios de aquellos tiempos, ae entre

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