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a presencia por cortesanos envilecidos: ni tampoco sabian Jo que era dar audiencia bajo doseles de marfil de la India, cubier- tos de seda de Damasco, y engastadosen oro de Ofir y en per- las de Golconda; ni mucho ménos lo que era habilar en alca- zares de marmol, forrados con telas exquisitas de Ormuz, al- fombrades. con tapices de Hispahan, y embalsamados con ambrosias de la Arabia. Todo eso estaba bien en los califas del Oriente, en la Persia y en la China, pero sentaba mal a a cipe cristiano. _ No se diga que intentamos formar el apoteosis de snide a reyes de aquel tiempo: pero dirémos que habia una santa aus- teridad de costumbres en los principes, y que estos, en general, no conocian lo que era entregarse a una vida. muelle y ociosa, dejando la administracion de los negocios del reino 4 ministros y favoritos, a quienes mas interés inspira su engrandecimiento personal, 6 el de sus amigos y allegados , que el bien de los pue- blos. Eran reyes casi todos, segun lo quiere Dios; eran reyes que reinaban y gobernaban , respondiendo 4 Dios y a su con- ciencia de sus actos, y no temblaban ante el resentimiento de unos cuantos, cuando habia que entregar al yerdugo al minis- tro infiel, usurpador inicuo de los hienes de su pueblo. La in- mortal Berenguela y Blanca de Castilla. dieron dos. reyes de este temple a Espafia y a las Galias, y cada nacion se gloriaba de tener el suyo, asimilado a estos en todo, 6 parecido en algo: volyamos ahora la consideracion a los pueblos. .._. Todo parecia.entonces cortado a Ja misma medida: cuales eran los reyes, tales, eran los pueblos ;, sencillos, eran: aquellos en su traje, en sus costumbres, en sus palacios y.en.su conyer- sacion,..y los pueblos los imitaban: iban aquellos de ciudad. en ciudad, ydespojandose en cada una, como Constantino en Roma,. de su purpura y su espada, colocaban la primera piedra para una.gran. basilica; y en seguida se instalaban.en sus con- tornos los hombres venidos de léjos y llegados de cerea , dispu-