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ar ella sola nos demuestra que habia grandes virtudes e » la socie- dad, y un gran deseo de conservar y propagar la ilusi aciony las letras, asi como las artes liberales. Las guerras ge>orales reducian el cultivo de Jas ciencias a los que no podian ser so. a- dos, yiebresultado fué , el domiciliarse aquellas, donde naturai- mente sneontraban su refugio. Este refugio fueron los monaste- rios, en cuyo seno vivia la ilustracion, y se robustecia para salir con nuevo vigor, shear que volviese el reinado de la‘oem - Sabido es, que todo estaba lleno de esos seni edificios , y _ que sus moradores pasaban su vida transeribiendo los escritos de los padres griegos y latinos, las obras de los fildsofos de la antigiiedad , y formando libros corales para el canto, cuyas lami- nas son ahora mismo la admiracion de los discipulos de Miguel Angel y de Murillo; 6 bien habitaban en lugares desiertos , ro- turando bosques y ahuyentando de ellos las fieras, labrando lierras agrestes , levantando basilicas y monasterios y fabricando casas en su derredor para los proletarios , cuyos hijos encontra- ban en la morada del santo cenobita , escuelas'y maestros que iban despejando poco 4 poco sus éntendimientos , al paso que el anciano , el invalido y él enfermo hallaban alli tambien asilo, médico, medicamentos y salud: de esta manera preparaban aquellos monjes el camino a una civilizacion grande y fecunda, que se empezaba 4 piantear en la misma Edad Media. Volverémos a describir lo que era la otra parte del pusbte; anes de hablar de los reyes de aquel tiempo. © ~ Muchas eran las monarquias que habia enténées, y eran como los trozos de un coloso derribado y deshecho. El despo- tismo universal del imperio romano habia desaparecido, susti- _ tuyendo al imperio universal ¢l reinado suave y pacifico de los reyes cristianos. De estos , habia algunos, y no pocos , que eran sabios, santos y herdicos: y apénas ninguno sabia todavia lo que era vivir entre nubes de incienso adulador, quemado en su