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; intl ss estos impresos en el corazon de cada individuo: del géne- ro. humano. Al contrario, réspecto 4 lo. primero se han visto en, todas. las épocas:del mundo hombres santos y creyentes fer- yorosos , quienes eran como unos florones de tamaiio mayor, que se levantaban en el desierto arido é improductor de la im- piedad de sus contemporaneos ; tales fueron los patriarcas de la era antediluviana, un Adan, un Seth, un Ends, un: Matusa- len, un Lamec, un Noé: y despues un Sem, un Jafet, un Abrahan, un Job: y despues un Isaac, un Jacob , un José, un Moisés, un Aaron, con toda esa nacion gloriosa del pueblo de Dios, que duré en cuerpo de nacion por espacio de quince siglos, profesando. explicitamente la unidad de Dios, la venida del futuro Redentor , el dogma de la creacion, el del fin del mundo, el dela ‘resurreccion de la carne; y la vida perdurable. » Yjqué! Ea punto la iustracion en ciencias naturales; en filosofia, en derecho, en legislacion y en el conocimiento de_ Dios , de sus atributos, de su bondad y de su justicia, ; no son unos florones,y muy aromaticos, para el linaje humano, los fildsofos. y sabios antiguos, empezando 4 contarlos desde los tiempos mas remotos de Egipto, y concluyendo c n Séneca, a quien podemos llamar el ultimo soldado de esa milicia de sabios que tuvo Roma? Pues, ; qué! zSolon, Dracon, Deméstenes, Aristételes, Pitagoras, Homero, con otros mil sabios de la Grecia; Numa, Horacio, Virgilio, Ovidio, César, Quintiliano, Séneca,y'tantos sabios como embellecieron la legislacion, las ciencias y las letras de Roma, no son otras tantas ae que — en el campo agreste de la humanidad?— ue Es verdad que, en vez de despedir spaves aromas deyet na sana en todas sus partes, brotaban emanaciones fétidas de mil errores , mezclados de mil verdades; es verdad que ninguno de ellos puso en armonia su saber con su conducta. Desprecia- ban al pueblo grosero, porque adoraba a las piedras, y no te- nian valor.para no hacerld-ellos; conocian que no hay mas que