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ue do, si se observa la conducta, que easi todas las naciones’ tie- nen respecto de la Iglesia catélica , 4 quien antes enerierss s das, y de la cual casi todas se han divorciado. Pero en esta materia debe hacerse una distincion entre la nacion como estado , y entre los individues que forman la misma nacion como pueblo. No hay una sola de estas naciones , que no encierre en su seno catélicos fervientes, y defensores denoda- dos de la fe; y es asimismo cierto que los tendra hasta la consu- macion de los siglos. La grey de Cristo, aunque ‘sea pequeia comparada con el numero de los réprobos, vivira en medio del mundo y de los perseguidores de la verdad; y aun cuando se vea perseguida y atormentada, y sus enemigos prevalezcan sobre ella a su parecer, porque la atormentan con carceles y marlirios , triunfara de los malos. Asi en el Asia, que esta resis- tiendo a la luz de la fe hace tantos siglos ; hay catdélicos fer- vientes : los hay en la Turquia: los hay en el Africa: los hay en las islas y en los continentes: los hay entre los hereges, en Inglaterra, en Holanda, en Prusia, y en Suiza: los hay en las nacioaes que han caido en el abismo de la indiferencia y en los lazos del racionalismo: los hay en todas partes, y los habra miéntras la Iglesia milite en este mundo. Y ademas, habra en la Iglesia catdlica hasta la consumacion de los siglos Pastores celosos y fervientes, que, unidos al Vicario de Cristo en cari- dady'en fe y en doctrina, combatiran contra él error, contra los racionalistas, y contra‘ssu see el rian ee el ulti- mo dia. Pero en las naciones, comosinadiones's como estados, nosuce- de lo mismo, pues son pocas las que no hayan apostatado de la Iglesia. La historia pasada nos dice el modo como empezarona separarse de la fe; unas empezaron por adoptar el cisma, como la Rusia; otras, por adoptar otro nuevo cisma, unido 4 la negacion de los’ dogmas de la fe, como la Inglaterra y la Ale- mania : otras, por cobijar bajo su manto 4 los hereges, 4 los

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