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; — 523 — el altar de Dios el abominable idolo de la desolacion ‘, es decir, la estatua de Jupiter olimpico. Pero no era esta la abominacion de la desolacion,, de que hablé Daniel, pues se contrajo a la que tenia que ocurrir despues de la muerte de Cristo. Y esta fué, a no dudarlo, la que introdujeron con pretexto de conservar el tem- plo, los llamados celadores, quienes saquearon el lugar consa- grado al culto divino apoderandose de cuanta riqueza tenia, y llenandolo todo de rapifias, muertes, sacrilegios, perjurios y de toda especie de crimenes: de ta! modo que, segun la expre- sion de Josefo hebreo *, el templo se convirlié en cueva de ladrones y en tumba de los judios. Tenemes, pues, aqui dos clases de abominacion de la te solacion: Ja de Ja sustitucion de la adoracion de Dios con la idolatria, y la de la depredacion de los tesoros del templo por los hombres malos, y la apropiacion de esos mismos tesoros para emplearlos en la satisfaccion de sus apetilos corrompidos, Antioco habia hecho ambas cosas en tiempo de los Macabeos, y los judios reprobados las reprodujeron en sus iltimos dias de posesion de Jerusalen, aboliendo el sacrificio, y robando cuanto el templo encerraba. Desde Ja venida de Jesucristo no se habia visto una abomi- nacion de la desolacion en su templo santo, que es su Iglesia, tan parecidaa las dos que hemos registrado, como la que estamos viendo en estos tiempos. Los politicos ensefiados en las doctrinas luteranas y jansenistas se han encargado de introducir la abominacion de la desolacion de Antioco y de su ministro, Eliodoro, depredadores como los judios perversos de los tesoros consagraidos a Dios, 4 Cristo, a la Iglesia, a los po- bres y a los enfermos, apropiandoselos las naciones para for- mar escuadras, ferro-carriles y obras publicas, y muchos de esos mismos politicos y revolucionarios, para hacerseopulentos ' 4.° Machab, cap. I. v.87. . * De Bello, lib. IV. cap. I,

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