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— 477 — los tronos, y quiso ser el arbitro y setior del mundo entero. En todas las demas puede decirse que ha hecho falta la justicia de la causa, la verdadera rectitud del motivo, la sana intencion, el fin laudable, y hasta la licitud de los medios en algunas, abundando entre tanto la falacia y la supercheria en la politi- ca, las intenciones perversas, y los fines inicuos , como lo ha visto al fin todo el mundo que ha sucedido en las guerras de Italia, que principiaron en Marzo de mil ochocientos cincuenta y nueve, y continuaron despues, y alin estan pendientes toda- via, pues quizas los campos de Italia se han de ver empapados en sangre. } La Europa entera sabe que en la época que hemos citado, pasd los Alpes un ejército numeroso, diciéndose a aquella en alocuciones solemnes, que se iba a Italia 4 consolidar el dere- cho de la Santa Sede: pero entre tanto, por donde pasdé aquel ejército hubo sublevaciones de vasallos contra sus legitimos so- beranos , desapareciendo los ducados de Toscana, de Médena y de Parma, y levantandose al poco contra su reyy sefior, el Sumo Pontifice, las poblaciones de la Romaifia y de la Emilia, alo cual sucedié la invasion inicua del Piamonte en el Piceno y en la Umbria, la carniceria de Castelfidardo, la destruccion del _reino de Napoles, y por fin el bombardeo de Roma con las cir- cunslancias viles, innobles, y traidoras que lo precedieron, lo acompaiiaron y le han seguido. La iniquidad rebosa en esas “empresas con tanta exuberancia, que, léjos de describirla para conocerla , quisiéramos atenuarla, para que siquiera pudiese decirse todavia, que, aunque el honor se pierda en el mundo, hallara una morada en el corazon de los reyes. No podemos de- cirlo, y optamos por el silencio. Pero si callamos lo que pasa hoy, no es justo que no hable- mos de lo que pasé en tiempos anliguos, y ménos en aquellos que son denigrados con'la mancha de barbaros é incullos , pues tenemos conciencia de la injusticia con que se les trala, y sa-

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