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~~ dos parroquias' y algunas otras iglesias, y cualquiera hubiera dicho que esto se hacia, siquiera para fabricar casas ; pues no era asi: 4 esta fecha, y van cinco afios, aiin estan «en piélas pi- lastras y las arcadas de esos templos, y sus areas no pertenecen, ni 4 plazas ni & calles, pues ni aun estan empedradas. Pero esas ruinds hablan, y dicen al transeunte: Lo que ves aqui, es lo que pasa en Turquia, donde se derriba mucho y se fabrica poco: estas ruinas son propiedad dela civilizacion moderna, que sabe destruir , pero no edificar. No necesitamos decir mas en esta materia, y vamo; ‘a resu- mir en dos palabras cuanto hemos dicho. Las emp esas do- mésticas de una nacion dicen siempre lo que son sur hijos, y en cada una de las piedras que colocan en los monumentos que erigen , esta esculpida la historia de su ilustracion. (tro tanto acontece en las empresas que se llevan a cabo dentio y fuera de sus limites nacionales, como son las guerras , segun le veré- mos ahora. @. I. Hazaias guerreras. Aunque triste para el corazon, el espectaculo que presen- tan los ejércitos dispuestos a pelear , es grande y majestuoso, y hasta produce en quien los mira alegria y entusiesmo, porque la idea inmediata que sucede 4 su brillante perspectiva, es la de la victoria. Cuando uno fija la vista en un gran ejército na- cional , donde deslumbra e! brillo de las armas, ol tersor de las corazas y la aglomeracion ordenada de infantes, de ginetes, de corceles y de instrumentos de guerra, al momento dice, este ejército es invencible. En esos casos, sin embargo, el hombre pensador se entristece, porque ve tefido de sangre todo ese aparalo, y el sabio medita sobre la justicia, 6 injusticia, con

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