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tatuaria y de relieves excede toda ponderacion , pues el oro se ha prodigado en estatuas de bronce, en relieves de metal y en cuantos objetos rodean y decoran por dentro y por fuera eledi- ficio. Sila civilizacion moderna consagra a Dios uno, dedica a la sensualidad diez mil. Entre tanto, al lado de estas empresas domésticas , que asi- milan las generaciones presentes a las paganas, se consuman otras que la ponen en contacto inmediato con las empresas de los infieles. Véase lo que acontecia en el Oriente despues que los califas, sucesores de Mahoma, lo habian recorrido con sus huestes destructoras. La Palestina, la Siria, la Grecia, en cu- yos valles se sonreia sin cesar la naturaleza, casi siempre amena y florida, apénas tenian un otero donde no levantase su cupula bizantina el templo dedicado al Dios del Calvario , y junto a él, el santo monasterio, donde habian vivido aquellos genios sublimes que habian sido un dechado de saber y de vir- tud; rodeabalos un perfume santo, que habian dejado alli los Basilios, los Gregorios Nisenos y Naziancenos, los Damascenos, los Tarasios, los Criséstomos, los Sabas , los Macarios, los So- fronios , los Gerénimos , los Hilariones, las Paulas y los Eusto - quios; tenian alli su morada las ciencias y la virtud que habian heredado de sus padres los hijos numerosos del monacato , que aquellos habian profesado. Pero todo eso habia desaparecido, desde que el agareno habia pisado con sus hordas aquel suelo privilegiado; cada collado y cada ribera presentaban un mon- ton de blancas ruinas, formadas de las piedras hacinadas del templo y del monasterio , que habian demolido los barbaros. jCosa rara’! ;Quién hubiera dicho al profeta de la Meca, que aquella civilizacion de destruccion, que él inauguré en el Oriente , se habia de reproducir doce siglos despues en el Oc- cidente? La coincidencia es singular: desde los principios del siglo cuarto, empezaron los Basilios y los Naziancenos 4 levan- tar monasterios en el Oriente, y conlinuaron sus sucesores