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=p blanda , donde impritnen sus hue!las: y apénas han pasado, esa - tierra se vuelve dura¥ lapidea , réteniendo las sefiales del. paso de los que han ¢aminado por ella, no pudiendo estos borrar- las jamas. Cada generacion deja tras de si estatipado el sello .de lo que fué, conociéndose el mayor 6 menor grado de ilus- tracion que tuvo , en sts monumentos litetarios en los artisticos yien las empresas que consumd. ~ La edad ‘hizo su testamento , como lo hacen todos Ios siglos, ~ legando a sus sucesores sus hechos, sus empresas, su ciencia y sus)monumentos: ella, por consiguiente , no se divorcid de las épocas ‘Venideras, pues eran estas para ella lo que es una hija para wna madre : pero esta hija ha sido altanera, ingrata y or- gullosa; y lia negado 4 su madre, y la ha vituperado, injuria- do y calumniado: vamos, pues, a ver si ha tenido motivo para hacerlo , mejor dicho , vamos a examinar la injusticia con que lo havhecho, y lo harémos, recorriendo rapidamente a(uella edad, y fijandonos en sus empresas literarias y civilizadoras. La relacion sencilla de lo pasado presta por si misma ‘bastante materia, para dedueir de los. hechos la filosofia que se Webs en ellos. ; @ I. Bl oscurantismo. No* guardan una posicion verdadera los literalos que, tlis- tando algunos siglos de generaciones antiguas , las analizan y las juzgan por lo que es la suya, y por lo que pasa en ella. Esa légiea , ese modo de discurrir, es contrario ala verdadera filo- sofia; pues para formar un juicio acertado en esa materia, es necesafio trasladarse a aquellas épocas , volverse habitante de sus ciudades, ver las costumbres de sts moradores, examinar minuciosamente sus hechos , registrar las huellas que dejaron impresas, sus monumentos y la filosofia que en¢ierran , sus em-

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