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anion senté ella en la tierra, independiente de toda autoridad re- ligiosa. Hasele antojado 4 esta filosofia estar calumniando 4 los siglos antiguos, diciendo de las generaciones que vivieron en ellos, que estaban sumidas en las tinieblas del oscuran- tismo. Para probarlo, toman por tema de su argumento la Edad Media, aquella que empezé en el siglo octavo y se pro- long6é hasta que vinieron los hombres que, segun los pane- girizadores de la ilustracion moderna, ensefiaron 4 los de- mas 4 pensar. Estos hombres fueron los llamados reforma- dores del siglo décimo sexto. Facil es decir eso , pero no es tan facil el probarlo. Apar- te de los monumentos literarios que cada época ha poseido, existen otros monumentos en las costumbres que cada una _ tiene, en sus ocupaciones, en sus empresas y en los resul- tados que dan las mismas doctrinas, que cada una de las generaciones que vive en ellas suele tener. Digase lo que se quiera, mds prueban estos resultados en favor de la ilustracion y civilizacion de los pueblos, que el mayor 6 menor numero de sabios que haya en una época, 6 el mayor 6 menor ntimero de obras literarias que se pu- bliquen. A las’veces ha bastado un solo sabio, 6 un solo rey prudente, para que todauna nacion hayasido muy feliz, muy morigerada, muy emprendedora y muy herdica; y otras, no bastan cien imperantes, ni ciento que llevan el renom- bre de muy ilustrados, para que haya érden en una nacion, y para que ésta sea cuerda, esté unida, y todos sus ciuda- danos vivan en paz y en una felicidad relativa. De uno y otro de estos casos tenemos bastantes ejem- plos en la historia social del mundo: en el imperio de Dios, basta El solo para que haya érden fisico y moral en todas las criaturas: en el reino de los espfritus buenos, basta el primer dngel para que con el érden mas admirable se tras- mita una é6rden de Dios, desde é! hasta el tiltimo de los dn- geles , pasando esta de unos 4 otros: en la Iglesia catdlica basta una cabeza visible para que sus mandatos sean obede-