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390 SERMON dos los crímenes, impiedades , blasfemias de todos los hombres. Es menester no perder de vista es- te respecto que es el mas fino y delicado , y en que consiste toda la energía del asunto, El mis- mo Dios, su Eterno Padre, fue el que, como dicé Isaias , puso en él ó sobre: él las iniquidades de to- dos nosotros (a). Así el que era puro, santoé ino- cente en sí mismo y delante de los hombres: el que los provocaba y-desafiaba á que le argu- yesen de pecado, Ó le echasei en “cara la me- nor imperfeccion ó defecto, era el mas crimi- nal y reo en el acatamiento y presencia del Se- for, 4 quien no solo no podia arguir de injusti- cia como 4 aquellos , pero mi au se latrevia 4 mirar, y menos quejarse de que le atormentase y afligiese. Podía "muy bien lamentarse , y de he- cho se lamenta de su desamparo; esto es, de ha- berle cargado de tódo “el peso de nuestras cul pas, y por una inevitable consegiténcia; del de su indignacion; mas no de los efectos de esta, que fueron los tormentos, los dolores; las lla- gas y heridas, vO desamparo no menos terrible en sí míis- mo , que benéfico y vitál para el género huma- no! (a) Isai, 53.11.12. $5,
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