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DE SAN AGUSTIN. 351 4 quien con igual admiracion vemos pasar de repente de un Filósofo delirante , imbuido de mil extravagancias y sueños, inconstante y ligero en abrazar y desamparar los Sistemas y Sectas, adop- tando las mas ridículas, y parando en no seguir alguna: de un enemigo el mas temible de la Re- ligion; y finalmente de un hombre el mas es- candaloso y obsceno, 4 un estado totalmente opuesto; á ser un Sábio el mas ilustrado y só- lido, diligentísimo en buscar la verdad, feliz en hallarla y adherir 4 ella, distante de toda hincha= zon y orgullo, de toda ostentacion de talento y doctrina , síncero en sus palabras y acciones, hu- milde hasta el extremo, enemigo de los honores y dignidades , amante de la soledad y el retiro, el mas puro y casto, ageno de qualquier afec- tacion y nimiedad. Tan magnífico es el modo de obrar de la Gracia en Agustino, Pero este es asunto sobre que no debemos extendernos, por- que requiere celebrarse por sí y separadamente, como en efecto lo hace la Iglesia en especial Solemnidad; cosa tan singular que no tiene igual Ó semejante sino la del Apostol San Pablo, 4 quien por el mismo hecho se anumera , ponién- dose los dos 4 un nivel. Baste lo dicho para for- mar algun concepto de los maravillosos efectos que