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340 SERMON ber enseñado la verdad, y obrádola con una ge- neralidad y universalidad sin exemplo, debe ser el asunto! de nuestro Panegtrico. Esta extension es mas de lo que párece ; y tanto, que” sí no se explica ó limita, podrá reputarse excesiva, Ó inconsiderada la alabanza. Conocer y enseñar to- da verdad, y obrar toda sántidad y virtud, ex- cede la esfera y límites del hombre , estan= do reservado 4 Dios y á su soberano espíritus »Conviene que obremos con plenitud toda la jus- »ticiaó santidad”, dixo el Salvador 4'S. Juan (a), para animarle y persuadirle le confiriese el bap- tismo, 4 que se resistia. "Quando venga el es- »páritu que mi Padre enviará sobre vosotros en »mi nombre, dixo en Otra ocasión 4 sus discípus Mos] Us enseñará toda verdad” (b). Es tam liz mitada la capacidad del hombre, que con di- ficultad puede alcanzar y comprebender algunas verdades , ocultándoselé enteramente, ó no to- cando sino múy imperfectaméente las demas. Es- to mismo se verifica de las virtudes, que aun- que íntimamente conexás y unidas en la caridad que las radica y anima, -y en la prudencia que las dirige y regula, 'no sobresalen y “dominan st- : (a) Matth. 3. 15. (b) Joan, 14. 26. 1949

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