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DE LA FIESTA DE TODOS SANTOS. 331 debemos «todos exclamar con los yIsraelitas en el tiempo de su Captiverio. Esta memoria es la que debe sostenernos en las diferentes situaciones de la vida: hacernos perder de vista la Tierra, tes ner nuestra conversacion en los Cielos, sin esti- mar, amar y gustar mas que lo Eterno. Este deseo y ansia por la bienaventuranza es el ca- racter del. verdadero: Christiano 5 el que le dis- tingue de los Gentiles, que como dice el Apos- tol, no tienen esperanza , y de los que lo son solo en el nombre, cuya fé está muerta , sepul: tada y ociosa. Jamás miraré al Cielo sin excla= mar: ved allí mi habitacion y morada para siem- pre: allí será donde yo fixaré eternámente mi Tabernáculo: donde nada tendré que temer los males y trabajos , O 'seande culpa , Ó de miscrías donde viviré en compañia de mi Redentor Jesu- Christo. ¿O y que vida tan diferente de la que ahora tan arrastradamente pasamos: O Señor qué felicidad: Qué ventura! Qué dicha: Qué pre- ciosos son vuestros Tabernáculos: Yo no que- po de gozo quando los contemplo: Mi alma se rejovenece y transporta quando vuelvo los ojos 4 la Tierra de los vivientes, en la qual vale mas un solo dia, que mil años en los Taberná- culos de los pecadores; y si solo el serviros es rey-

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