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202 SERMON ó deterioran, antes se amplifican con el exerci- cio y uso, estan tan lexos de excluir compañia, de ser objeto de la competencia y emulacion, que antes espontaneamente se difunden y de-= rivan de unos en otros. Buen exemplar ó sim= bolo tenemos en ese Pan soberano de la Euca* ristia, del qual afirma Santo Tomás y nos en= seña la fe, que aunque se multipliquen al in2 finito los que le reciben, permanece entero, pat- ticipando tanto uno como mil, Así parece indubitable que los bienes espi- rituales habian de estar en esta parte exéntos de aquella mengua y tacha, que acompaña siempre 4 los temporales y terrenos, y tanto les desacre- dita y desdora; es 4 saber, tener que pasar de uno 4 otro, de modo que la felicidad de este, suponga la infelicidad de aquel. Pero así es Se- ñores : así es por mas que disuene á nuestra ra- zon, y no podamos alcanzar el principio. Exá- minad las Sagradas letras del antiguo y nuevo Testamento , y no encontrareis sino exemplares que comprueben esta verdad. Desde el tiempo de Moyses hubieran verificado esta terrible ver- dad los Israelitas , si Moyses no hubiera apaci- guado la cólera de Dios, que queria perderles en castigo de su idolatria, Se hubiera, digo, cle- , gi-

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