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DE SANTA TERESA. 171 euentra en el caliz del Señor, hace mayor el mérito de echársele 4 pechos, y apurarle has- ta las heces. ¿Pero cómo podrá persuadirse V. Á. que es nada quanto hemos dicho hasta aquí de la for- taleza y magnanimidad de Teresa, manifestada en los embarazos y estorbos que tuvo que su- perar? Llamada por Dios, y destinada desde la eternidad para promover su gloria, para ilustrar y enseñar 4 los Fieles, para reformar su Orden, era forzoso -para conseguirlo “un esfuerzo de un orden superior: un ánimo 4 quien nada fuese capaz de retraer Ó intimidar. Desde aquí empie- za á ser singular el Elogio, y 4 presentársenos Te: resa baxo un aspecto todo particular. ¡O espec- táculo capaz de arrebatarnos y confundirnos: Ya, Señor, advierto conmovidos 4 los Sabios del Siglo, reputando esta una intolerable paradoxá. ¿Cómo “es esto? exclaman los tales. ¿Sam Pablo mo nos dice que la Muger no tiene facultad , ni:se la puede permitir usurparse el ministerio «de ense- ñar en la Iglesia , correspondiéndola únicamen- te el aprender;'el oir con silencio y modestia» ¿Por fortuna traspasa Dios las reglas, que él mis- mo ha establecido , en honor de Teresa , para que sea singular y única? Sí Señores: puntualmen- te

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