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DIA QUINTO. 3 die otiosi? Consideradlo, venerables Sacerdotes. Si mM ul el padre de familias reprehendió ásperamente á los obreros porque estaban ociosos en el pueblo, sin en- bargo de asegurarnos el santo Evangelio que nadie los habia conducido á su campo, ¿cómo los repre- henderia si los. hubiera hallado ociosos en su here - dad? Considerad , vuelvo á decir , la gravedad de este pecado tan comun en muchos Sacerdotes, y por él advertireis la obligacion que tenemos al trabajo Ved ya insinuado todo mi pensamiento, y patente el asunto de las dos pláticas de este dia. Obligacion de huir la ociosidad : esto procuraré demostraros por la mañana. Obligacion de trabajar en obras correspon- dientes á nuestro ministerio sacerdotal: esto reservas Té para la tarde. Quiera la divina Magestad iluminar- me para que debidamente os exhorte 4: huir de la ociosidad, é inflamar mi”corazon para que os persua- da la aplicacion al trabajo. Desde nuestros primeros años sabemos, venerables Sacerdotes, que el demonio es uno de los mas tercos y terribles enemigos de nuestra alma. Todos estamoé persuadidos á que incesantemente nos rodea , dando bramidos como leon rugiente, buscando á quien de- vorar, como decia el príncipe de los Apóstoles S. Pe- dro. Tristemente experimentamos esta verdad los que

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