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- Dia QUARTO. 3o1 los Profetas malos son la ruina de mi pueblo (1). Pero direis que no siempre semejantes Sacerdotes se ócupan en esas visitas perjudiciales, ni hablan esas palabras indecentes, ó mantienen esas amistades tan contrarias al decoro de un ministro del Señor ; tam- bien rezan, predican y ofrecen sobre las sagradas aras el divino Sacramento. ¡Gran Dios! ¡y qué mis- terios tan venerables y santos quando se exercen san- tamente! ¡Pero qué sacrilegios tan horrorosos quan= dose profanan, y atrevidamente se atropellan! Es verdad que un Sacerdote de mala conducta reza el divino oficio, predica y celebra, ¿Pero cómo? Reza atropelladamente , comiéndose sílabas enteras, sin oirse ni entenderse á sí mismo y sin devocion. Reza entre el bullicio de la casa, en:la disipacion de la caza y el paseo, interrumpiendo con pláticas inúti- les los salmos y las lecciones. Reza poco, tarde y mal. Predica , pero condenándose á sí mismo en lo que dice y reprehende á los demas, como asegura San Juan Chrisóstomo (2). Predica , dice San Pablo, sin enseñarse á sí mismo , tratando de enseñar á los (1) Propheta laqueus ruina factus est super omnes vias ejus. Osezx , Cc. 1x. v: 9. (2) Qui non facit quod docet , non alium docet, sed seipsum condemnat. S. Chrigost. homil. xx. super Marth,

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