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DIA QUARTO. 201 Viven del trabajo de sus manos para no ser gravo- sos al pueblo, á quien ellos enriquecen con los teso- ros del cielo , y en cuyo favor obran milagros. Dul= ces y pacíficos, nunca murmuran , nunca se quejan de sus perseguidores. Ellos oponen el beneficio al ul- traje, el silencio á las calumnias, el amor al aborre- cimiento, y la paciencia al desprecio. Permanecen tranquilos quando los encarcelan y sepultan en los mas hondos calabozos. Perseveran inalterables quan- do los suben á los cadahalsos , quando los arrastran, degiiellan y despedazan : oran por los que los con- denan, y abrazan á sus atormentadores. Humildes y honestos desean vivir desconocidos, y solo se manifiestan quando son útiles al próximo, tienen por delicias los oprobrios, 'y se les hacen in- tolerables los honores. Si conmovidas las gentes con el resplandor de sus virtudes los tienen por dioses, ellos alzan la voz á la presencia del mundo, y se confiesan mortales, miserables y pecadores. Ellos mismos publican sus defectos , manifiestan sus cai- das, y perpetúan en el mundo con los santos libros la memoria de sus pecados. Mortificados y penitentes, léjos de buscat las co- modidades de su cuerpo, er nada piensan sino en extenuarle con las vigilias , oprimirle con los traba- jos, y debilitarle con los ayunos. Ellos nó tienen otro